Hablamos mucho de planear, de estrategias, de objetivos, pero pocas veces concentramos todas esas ideas en un proceso único y continuo.
Estrategias y objetivos son dos amigos inseparables. Una estrategia sin objetivos no puede tener ningún fundamento, y objetivos sin estrategias es querer construir un edificio sin herramientas.
Los objetivos nos definen el lugar al que queremos llegar. Las estrategias nos marcan el camino para llegar a ese lugar deseado. El planeamiento es el proceso para construir esas estrategias.
Cuando pensamos en “crear el futuro” y no, solamente, en “llegar a él por el paso del tiempo”, es que entramos en el terreno del planeamiento.
El momento cero lo tenemos que utilizar para definir nuestros objetivos. Tienen que ser claros, compartidos y todos deben comprometerse a trabajar para alcanzarlos. Someter los objetivos a la prueba SMART (conócela en este artículo: “¿Son tus objetivos ‘inteligentes’?”) es una buena opción para trabajar con objetivos sólidos y eficientes.
Definidos los objetivos es que empieza el proceso de creación de estrategias. Éstas no hay que pensarlas ni asumirlas como rígidas ni inmutables. Muy por el contrario, deben ser lo suficientemente flexibles para tolerar los cambios en el entorno, en el interior del equipo del proyecto y en la conversión que cada estrategia genere. Una estrategia que no funciona hay que modificarla o cambiarla por otra.
Este proceso dinámico lo podemos explicar y comprender con el modelo que denomino PAMPA.
- Planificar. Es diseñar la o las estrategias. Es fijar el rumbo que se va a tomar para concretar los objetivos.
- Acción. La puesta en marcha en sí misma.
- Medir. Conjuntamente con la estrategia se debió haber fijado un sistema de métricas que permita medir el rendimiento y la evolución de la ejecución.
- Procesar. Con las métricas recopiladas, es indispensable elaborar herramientas para tomar decisiones. Es vital no solo evaluar la concreción en términos cuantitativos, sino también poder comprender cualitativamente qué aconteció.
- Ajustar. ¿Alcanzamos lo que nos propusimos? ¿Qué tanto nos desviamos? Este es el momento de ajustar el rumbo y volver a actuar.
Una forma simple de ver la complejidad práctica y dinámica del planeamiento en la acción. Medir, procesar y ajustar, tiene que ser una repetición continua y armónica de labor cotidiana de un equipo o proyecto.
¿Qué metodologías usás para diseñar tus proyectos? ¿Cuál es la que mejor resultados te dio? ¿Son tus objetivos “inteligentes”? ¿Son tus estrategias lo suficientemente flexibles para tolerar cambios?
¡Espero que compartas conmigo tu opinión! ¡Hasta la próxima!
FACUNDO DANIEL TULA
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